jueves, 11 de abril de 2013
INTRODUCION PARA LA PORCICULTURA
INTRODUCCIÓN
La historia nos dice que fue en la época de la conquista (1492), con la llegada de
Cristóbal Colón a nuestro continente, que se dio la llegada del cerdo doméstico, el
cual se crió al aire libre con alimentación muy rudimentaria. Era apetecido debido a
su prolíficidad, carne y grasa. Por eso, en cada viaje de los españoles a nuestra tierra,
el número de cerdos aumentó en forma considerable, hasta ocupar gran parte en la
geografía de nuestro continente. Se convirtió en factor indispensable en la
alimentación familiar de los nativos.
Durante muchas décadas, la carne del cerdo ha sido estigmatizada como “nociva”
para la salud, porque años atrás fue criado en condiciones desfavorables con pésima
alimentación. Se llegó a considerar como el cesto de basura de la cocina. Criado con
“aguamasa” o desperdicios, vivía en patios de casas o en potreros al aire libre, donde
abundaban las moscas y por consiguiente enfermedades de todo tipo.
Esta situación convertía el negocio de los cerdos en poco productivo y no daba
dividendos. Los clientes, (carniceros), se quejaban porque les vendían animales muy
obesos y en esas condiciones no era rentable.
Hoy, gracias a las nuevas razas mejoradas genéticamente, pasamos de tener
animales con 40mm de grasa a tan solo 16mm. Los rendimientos en canal que
estaban por debajo del 73%, hoy se situan alrededor del 82%. El tiempo de sacrificio
que era de 9 meses como mínimo, actualmente se bajó a 5 meses y medio.
La carne de cerdo actualmente contiene 30% menos de grasa, 14% menos de
calorías y 10% menos de colesterol. Aporta hasta 20gr de proteína por 100gr de
producto y más del 70% de su grasa esta adherida a la piel. Es una fuente de
tiamina, zinc, fósforo, sodio, potasio, hierro y además, es la que menos bases
púrinicas origina, pudiéndola consumir pacientes con problemas de ácido úrico o
“gota”.
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